El disco de oro con una selección de hora y media de duración de música proveniente de varias partes y culturas del mundo, saludos en 55 idiomas humanos, un saludo del entonces Secretario General de las Naciones Unidas y el ensayo Sonidos de la Tierra, que es una mezcla de sonidos característicos del planeta. También contiene 115 imágenes (+1 de calibración) donde se explica en lenguaje científico la localización del Sistema Solar, las unidades de medida que se utilizan, características de la Tierra y características del cuerpo y la sociedad. Este disco fue ideado por un comité científico presidido por el astrónomo Carl Sagan quien, refiriéndose al mensaje, aseguro que su objetivo principal no es el ser descifrado, por el hecho de que su simple existencia pone de manifiesto la existencia de los humanos, así como sus esfuerzos por contactar con vida inteligente con capacidad técnica que pudiera existir fuera del Sistema Solar.
En la galaxia de la Vía Láctea debe haber muchos planetas millones de años más viejos que la Tierra, y algunos miles de millones de años más viejos. ¿Es posible que no haya vida inteligente y nos hayan visitado? En todos los miles de millones de años que han pasado desde el origen de nuestro planeta, ¿no hubo nunca una nave forastera de procedente de una civilización distante que estudiera nuestro mundo desde arriba, y que se posara lentamente en la superficie para que lo observaran libélulas iridiscentes, reptiles apáticos, primates chillones u hombres asombrados? La idea es muy natural. Se le ha ocurrido a cualquiera que se la haya planteado, aunque sólo sea de paso, la cuestión de la vida inteligente en el universo. ¿Pero ha sucedido esto realmente? El tema crítico es la cualidad de las pruebas aportadas, que hay que escrutar de modo riguroso y escéptico, no lo que suena plausible, no el testimonio sin pruebas de uno o dos autoproclamados testigos. De acuerdo con estas normas no hay casos seguros de visitas extraterrestres, a pesar de todas las afirmaciones sobre ovnis y sobre antiguos astronautas que a veces hacen pensar que nuestro planeta está inundado de huéspedes no invitados. Yo desearía que no fuera así. Hay algo irresistible en el descubrimiento de una simple muestra, quizás de una compleja inscripción, y mucho mejor si contiene la clave para comprender una civilización extraña y exótica. Es una atracción que los hombres ya hemos sentido en otras ocasiones.
Hoy en día estamos buscando mensajes de una civilización antigua y exótica, escondida de nosotros no sólo en el tiempo, sino también en el espacio. Si llegáramos a recibir un mensaje de radio de una civilización extraterrestre, ¿cómo podríamos comprenderlo? Esta inteligencia extraterrestre será elegante, compleja, internamente coherente y absolutamente extraña. Como es lógico los extraterrestres desearán enviarnos un mensaje lo más comprensible posible. Pero, ¿cómo se consigue esto? Creemos que hay un lenguaje común que han de tener las civilizaciones técnicas, por diferentes que sean. Este lenguaje común es la ciencia y las matemáticas. Las leyes de la naturaleza son idénticas en todas partes. Las formas de los espectros de estrellas y galaxias lejanas son las mismas que las del Sol o las de los experimentos adecuados de laboratorio: no sólo existen los mismos elementos químicos en todas partes del universo, sino que las mismas leyes de la mecánica cuántica que gobiernan la absorción y emisión de radiación por los átomos son válidas en todas partes. Las galaxias distantes que giran alrededor de la otra siguen las mismas leyes de la física gravitatoria que gobiernan el movimiento de la caída de una manzana en la Tierra, o la ruta del Viajero (Voyager) hacia las estrellas. Las estructuras de la naturaleza son las mismas en todas partes. Un mensaje interestelar destinado a que lo comprenda una civilización emergente debería ser fácil de descifrar.
No esperamos encontrar una civilización técnica avanzada en ningún otro planeta de nuestro sistema solar. Si estuviera atrasada sólo un poco con relación a nosotros...por ejemplo 10.000 años, no dispondría de ningún tipo de tecnología avanzada; si estuviera un poco más avanzada que nosotros que estamos explorando ya el sistema solar, sus representantes deberían estar ya entre nosotros. Para comunicar con otras civilizaciones necesitamos un método que no sólo sea adecuado para las distancias interplanetarias, sino también para distancias interestelares. Lo ideal sería que el método fuese económico, para poder enviar a coste muy bajo enormes cantidades de información; rápido para hacer posible un diálogo interestelar; y obvio, de modo que si hay vida inteligente en la galaxia con capacidad tecnológica, sea cual fuere su camino evolutivo, lo descubra pronto. Es sorprendente, pero este método existe. Se llama radioastronomía.
El observatorio de Arecibo se ha utilizado para la búsqueda de señales inteligentes procedentes de civilizaciones del espacio y en una sola ocasión para transmitir un mensaje a M13, un cúmulo globular distante de estrellas, y dejar claro, al menos para nosotros, que disponemos de capacidad técnica para participar en los dos extremos de un diálogo interestelar.
El observatorio de Arecibo podría transmitir en un período de pocas semanas a un observatorio comparable de un planeta de una estrella próxima toda la Encyclopaedia Britannica. Las ondas de radio se desplazan a la velocidad de la luz, 10.000 veces más rápido que un mensaje incluido en nuestra nave espacial más veloz. Los radiotelescopios generan en gamas estrechas de onda señales tan intensas que pueden detectarse a distancias interestelares inmensas. El observatorio de Arecibo podría comunicarse con un radiotelescopio idéntico situado en un planeta a 15.000 años luz de distancia, a medio camino del centro de la galaxia Vía Láctea, si supiéramos exactamente hacia dónde dirigirlo. Y la radioastronomía es una tecnología natural. Prácticamente toda la atmósfera planetaria, sea cual fuere su composición, tendría que ser parcialmente transparente a las ondas de radio. Los mensajes de radio no sufren mucha absorción o dispersión por el gas situado entre las estrellas, del mismo modo que una emisora de radio de España puede oírse fácilmente en Francia aunque la contaminación haya reducido allí la visibilidad en las longitudes de onda ópticas a unos pocos kilómetros. Hay muchas fuentes cósmicas de radio que son naturales y que no tienen ninguna relación con vida inteligente: pulsars y quasars, exteriores de las estrellas; cualquier tecnología capaz de detectar radiaciones de cualquier longitud de onda tendría que descubrir con bastante rapidez la parte de radio del espectro.
Puede haber otros métodos efectivos de comunicación que tengan méritos importantes: las naves interestelares, los lásers ópticos o infrarrojos, los neutrinos pulsados, las ondas de gravedad moduladas, o algún tipo de transmisión que no descubriremos ni en mil años. Las civilizaciones avanzadas pueden haberse graduado mucho más allá de la radio en sus propias comunicaciones. Pero la radio es potente, barata, rápida y sencilla. Sabrán que una civilización atrasada como la nuestra que desea recibir mensajes de los cielos es probable que recurra primero a la tecnología de radio. Quizás tendrán que sacar con ruedas los radiotelescopios de su Museo de Tecnología Antigua. Si tuviéramos que recibir un mensaje de radio, por lo menos tendríamos algo de qué hablar: de radioastronomía.
Pero, ¿Hay alguien ahí fuera con quien hablar?