Sirio es una estrella blanca de secuencia principal de tipo espectral A1V y temperatura superficial 10.000 K. Está situada a 8,6 años luz del Sistema Solar, lo que la constituye en la quinta estrella más cercana. Por su velocidad radial, -7,6 km/s, puede calcularse que se aproxima a la velocidad de 27,36 km/s: este valor tan elevado resulta de la combinación de su movimiento propio y el movimiento orbital del Sol alrededor del centro de la Vía Láctea.
Sirio es una estrella binaria. Friedrich Bessel, en 1844, analizó con precisión las variaciones en el movimiento propio de Sirio, y dedujo la presencia de una compañera. Ésta, un objeto muy débil (cuya naturaleza de enana blanca se entendió después) ahora llamado Sirio B o «el cachorro», fue observada casualmente en 1862 por el famoso constructor de objetivos astronómicos, Alvan Graham Clark, cuando estaba enfocando sobre Sirio el telescopio que acababa de terminar para el Observatorio Naval de Washington.
Las estrellas de tipo A son blancas y brillantes. Debido a su elevada masa son energéticas y varias veces más brillantes que nuestro Sol, aunque como contrapartida sus reservas de hidrógeno se consumen mucho más rápidamente que en estrellas de tipo F. Por esta razón la evolución biológica se halla severamente restringida en estos sistemas.
La estrella más luminosa del cielo es Sirio, y también la más cercana visible desde Europa sin telescopio. Sirio es, en invierno y primavera, un auténtico faro cósmico.
Con una edad de 300 millones de años Sirio es todavía una estrella muy joven, aunque es tiempo suficiente para que se hayan podido formar planetas terrestres. Debido a su enorme brillo la zona habitable de Sirio sería muy ámplia, desde las 2 UA hasta las 5 UA. De esta manera Sirio podría estar orbitada por tres o incluso cuatro mundos habitables, teniendo en cuenta que el término habitabilidad se referiría en este caso a criaturas de tiempos arcáicos más que a vertebrados complejos, los cuales no tendrían ninguna oportunidad en Sirio.
Cualquier planeta en Sirio sería un mundo joven cubierto por océanos calientes y poco profundos. En caso de que los continentes ya se hubiesen formado serían pequeños, de tipo volcánico y desprovistos de toda erosión. El planeta estaría protegido por una gruesa y muy húmeda atmósfera, y el cielo estaría dominado por un violento y brillante sol. A cierta profundidad oceánica y protegidas de los esterilizadores rayos ultravioleta de la superficie, podrían medrar bacterias y formas de vida simples que se sustentarían gracias a escapes hidrotérmicos del interior del planeta. En el futuro cualquier explorador que visite este planeta no deberá olvidar sus gafas protectoras.
Cualquier forma de vida en nuestro planeta modelo desaparecerá antes de haber tenido la oportunidad de evolucionar. Sirio abandonará la secuencia principal dentro de unos 700 millones de años destruyendo todos los planetas que pueda albergar. Es por esta razón por la que las estrellas de tipo A se excluyen normalmente de cualquier programa de búsqueda de vida extraterrestre.
