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Historia de la astronomía
Gráfico del sistema geocéntrico
Astronomía antigüa. Representación antigüa del sistema geocéntrico, el cual afirmaba que la Tierra se encontraba en el centro del universo y el Sol y los demás astros giraban en torno a ella. Estuvo vigente hasta el siglo XVI cuando se sustituyó por el sistema heliocéntrico.
Los astronómos, desde la Antigüedad, consideraron el cielo desde el punto de vista religioso, ya que, para ellos, era la morada de los dioses, supervisores del día y de la noche, de los grandes eclipses del Sol y de la Luna. En muchas culturas, las personalidades se atribuían a formas y objetos celestes, en la certeza de que influían en la vida de los hombres. Los astrónomos-sacerdotes, compilaban calendarios y actuaban como depositarios de las leyendas relacionadas con el cielo. No había una distinción clara entre astronomía y astrología.

Los Babilonios los primeros en astronomía

Entre los primeros pueblos conocidos que guardaron documentos sobre astronomía, están los acadios, moradores, hace unos 4.500 años, de la parte septentrional de lo que más tarde sería Babilonia. Hay algunos indicios de que sus ideas sobre los movimientos del Sol, la Luna y los planetas fueron codificados, posteriormente, por los babilonios, cuyos astrónomos sacerdotes, a partir de sus observaciones, pudieron predecir las trayectorias de los objetos errantes en el cielo.
Una tabla babilónica
TABLA BABILÓNICA, con información astronómica, que data, aproximadamente, del año 550 a.C.
Calendario romano
CALENDARIO ROMANO que presenta una semana de siete días, y doce meses de treinta días, aproximadamente. Los días, las semanas y los meses se pueden señalar, utilizando los agujeros, en este bloque de piedra.
Los primeros calendarios

Se cree que los chinos son los primeros que diseñaron un calendario, por un ejemplar que data del año 1300 a.C. Los babilonios, y también los antiguos egipcios, desarrollaron, a partir de sus estudios de astronomía sobre el cielo, una serie de calendarios, notables por su gran precisión.

Disponer de un calendario implicaba poder registrar las estaciones y, así saber cuando plantar y recoger las cosechas. Para los egipcios, cuya economía dependía de la agricultura, un instrumento así significaba poder predecir en qué momento se producirían las crecidas del Nilo, que regaban sus campos. Los sacerdotes esperaban la mañana en que Sirio, la estrella más brillante del cielo, aparecía por primera vez, después de que el Sol la hubiera bloqueado; luego, utilizaban esta "salida heliaca" para predecir las crecidas anuales.

Desde las más ancestrales culturas ha existido una semana de siete días, correspondiente a cada fase de la Luna, y los doce meses del calendario han reflejado el ciclo de las fases de la Luna, doce veces al año.
Grabado de Nut, la diosa egipcia
NUT, la diosa egipcia del cielo, se representa, generalmente, arqueada sobre su marido Geb, el dios de la Tierra, que aparece reclinado. Se creía que el dios del Sol, Ra, viajaba por el cielo cada día en su barca.
Esfera representativa del cielo
NAVEGAR guiándose por las estrellas. Esta “ esfera” era lo que los antiguos navegantes creían una superficie esférica imaginaria sobre la cual situaban los astros. Esta creencia que sostenian los antiguos marineros reforzaba la idea de que nosotros eramos en centro del universo por miles de años. Las estrellas mas importantes en esta bódeda celeste y que ocupaban para guiarse eran la estrella polar, la cruz del sur, kochab y la canope. tuvieron que aprovechar las constelaciones como las únicas acompañantes nocturnas. Saber de astronomía en los tiempos antiguos era clave para navegar.

Los astrónomos chinos

Los chinos también fueron de los primeros en astronomía. Afanados en la observación del espacio desde los más remotos tiempos, encontraron, según todos los indicios, una agrupación cercana de planetas brillantes, hacia el año 2500 a.C., aproximadamente.


En el siglo IV a.C. editaron el Libro de Seda, primer atlas conocido de cometas, en el que una cinta de seda, de 1,5 m de largo aproximadamente, ilustra veintinueve formas de cometas y enumera los diversos tipos de catástrofes que anunciaban. El trabajo fue descubierto en una tumba el año 1973.

Navegación y la astronomía

Desde que se hicieron a la mar en embarcaciones, los navegantes necesitaban saber de astronomía por eso mantenían una estrecha relación con el cielo, pues, lejos de tierra firme, precisaban estudiar la posición de las estrellas para guiarse. Los isleños de la Polinesia sabían cómo navegar por los inmensos tramos del Pacífico, como el que separa Tahití de Hawai, trazando su itinerario por las estrellas, cuya situación, junto a las formas de los vientos predominantes, aprendían a través de los poemas, que memorizaban y que se transmitían, oralmente de generación en generación.
Navegante midiendo la posición de las estrellas
La astronomía era común en la navegación. Aquí, un navegante hace sus mediciones en la costa.
Primeros astrónomos

Uno de los primeros astrónomos antiguos que realizaron un estudio auténtico y científico sobre el cielo fue Aristarco de Samos (310–230 a. C.) quien calculó las distancias que separan a la Tierra de la Luna y del Sol, y además proponía un modelo heliocéntrico del Sistema Solar en el que, bien lo indica su nombre, el Sol es el centro del universo, y alrededor del cual giran todos los otros astros, incluyendo el planeta Tierra. Este modelo, imperfecto en su época, pero que hoy sabemos se acerca mucho a lo que hoy consideramos como correcto, no tuvo buena aceptación debido a que chocaba con las observaciones cotidianas más lógicas y la percepción de la Tierra como centro de la creación. Este modelo heliocéntrico está descripto en la obra el Arenario de Arquímedes (287–212 a. C.).
La astronomía en la antigüedad tiene su máxima expresión en el desarrollo de la teoría geocéntrica expuesta en las obras de Ptolomeo (100-170 a.C) y resumidas en el Almagesto.

El modelo geocéntrico fue propuesto antes por Eudoxo de Cnido (390–337 a. C.) y años después recibió el apoyo decidido de Aristóteles y su escuela. Este modelo, sin embargo, no explicaba algunos fenómenos observados, el más importante de ellos era el comportamiento diferente del movimiento de algunos astros cuando se comparaba éste con el observado para la mayoría de las estrellas. Estas parecen siempre moverse todas en conjunto, con la misma rapidez angular, lo que hace que, al moverse, mantengan 'fijas' sus posiciones unas respecto de las otras. Por esta razón se les conoció siempre como «estrellas fijas». Sin embargo, ciertos astros visibles en el firmamento nocturno, si bien se movían en conjunto con las estrellas, parecían hacerlo con menor velocidad (movimiento directo). De hecho, se observan retrasarse todos los días un poco respecto de ellas; pero, además, y sólo en ciertas ocasiones, parecen detener el retraso e invertir su movimiento respecto de las estrellas 'fijas' (movimiento retrógrado), para luego detenerse nuevamente, y volver a retomar el sentido del movimiento de ellas, pero siempre con un pequeño retraso diario (movimiento directo). Debido a estos cambios aparentemente irregulares en su movimiento a través de las estrellas 'fijas,' a estos astros se les denominó estrellas 'errantes' o estrellas 'planetas,' para diferenciarlas de las otras.

Fue Ptolomeo quien con su amplios conocimientos de astronomía se dio a la tarea de buscar una solución para que el sistema geocéntrico pudiera ser compatible con todas estas observaciones.

En el sistema ptolemaico la Tierra es el centro del universo y la Luna, el Sol, los planetas y las estrellas fijas se encuentran en esferas de cristal girando alrededor de ella; para explicar el movimiento diferente de los planetas ideó un particular sistema en el cual la Tierra no estaba en el centro exacto y los planetas giraban en un epiciclo alrededor de un punto ubicado en la circunferencia de su órbita o esfera principal (conocida como 'Deferente').

Los epiciclos habían sido una idea original de Apolonio de Pérgamo (262–190 a. C.) y mejorada por Hiparco de Nicea (190–120 a. C.). Como el planeta gira alrededor de su epiciclo mientras el centro de éste se mueve simultáneamente sobre la esfera de su deferente, se logra, por la combinación de ambos movimientos, que el planeta se mueva en el sentido de las estrellas 'fijas' (aunque con cierto pequeño retraso diario) y que, en ocasiones, revierta este movimiento (de retraso) y parezca (por cierto período de tiempo) adelantarse a las estrellas fijas, y con esto se logra explicar el movimiento retrógrado de los planetas, respecto de las estrellas (ver figura a la derecha). El esquema ptolemaico, con todo y sus complicados epiciclos y deferentes, fue aceptado por muchos siglos por variadas razones pero, principalmente, por darle a la raza humana una supremacía y un lugar privilegiado o 'central' en el universo.


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